Llegué a la consulta nervioso, sin saber realmente qué decir, bueno sí, lo de mi bloqueo de escritor, pero sólo eso, lo suelto y que con su varita mágica encuentre el remedio, no, es broma, a veces me sale cuando estoy nervioso. Pero ¿por qué estoy nervioso? Si estoy aquí es porque quiero, nadie me ha dicho nada, ni me lo han recomendado, bueno, tampoco hace falta, sé bien que es necesario, debo encontrar un remedio a esta situación, no puedo soportarla más, me pesa tanto…
Fue como una llamada. Yo incrédulo de mí, agnóstico a casi todo… pero, a veces, te topas con una palabra, una frase, una imagen, un suceso que parece que te indica un camino, que te abre una puerta o una ventana al fresco; no sé cómo explicarlo; que te hace ver que es así, que por ahí debes seguir. Leí: “Creer en ti”. Sentí el vuelo de esa mariposa, susurrándolo en mi oído: “Creer en ti, sólo así lo lograrás, o al menos estarás en el camino hacia el”.
Entré, observé durante un momento a mí alrededor, era acogedor, tomé una tarjeta y crucé, apenas unas palabras con ella… Pero volví a sentir algo extraño, como una necesidad y el entorno adecuado… ¿Y si por este lado podía encontrar la solución a mi bloqueo? Y aquí estoy, sudando como cuando me toca dar un discurso a los alumnos de la universidad , con ganas de dejarlo, de salir corriendo, pero, a la vez, un fuerte deseo de soltar y soltar, y ver de dónde narices viene toda esa inseguridad, esos miedos, ese bloqueo… y no sólo ante la escritura, sino ante la vida misma. Ese ir viendo pasar los días como hojas de calendario que el tiempo mueve a su antojo, sin tener ninguna ilusión, sin sentir alegría un día y luego otro más, y después otro, estar siempre cabreado, irascible, y luego aplanado, aburrido hasta de respirar… y aparentar que se puede con todo. El no creer en nada de lo que se hace o, mejor dicho, no tener esa seguridad que se tenía, dudar de todo, y sobretodo de las propias capacidades. Y eso merma mi autoestima.
Aparece con esa sonrisa, y me saluda con esa voz cálida, que transmite esa paz, una tranquilidad que yo quisiera lograr… y que hace días, meses y hasta años que desapareció.
Recuerdo el ayer y eso veo, y me sorprende que en tan poco tiempo haya alcanzado un estado… quizá, no opuesto, pero sí bien diferente a ese en que, por aquel entonces me encontraba, y en la misma dirección que no es poco. El sincerarme totalmente, el verme o mostrarme tal cual me sentía, el seguir las sugerencias o responder a las cuestiones que me iba formulando al hilo de nuestras conversaciones… porque no me guiaba, no me mostraba el camino, simplemente, yo caminaba (hablaba) y ella iba acompañándome, o mostrándome un punto del paisaje que yo mismo acababa de describir, y del cual no me había percatado siquiera, y ahora, al volver a él a través de sus palabras percibía muchas más cosas… era como un volver a mirar y buscar o apreciar lo bello que se había pasado por alto.
Me ha pedido que escriba qué supuso, y supone, para mí la terapia… hoy no me voy a centrar en el problema concreto que me llevo a ella y que es común a muchos hombres, y probablemente a muchas más mujeres, por supuesto, por estos roles educativos que la sociedad sigue imponiendo.Otro día, si quieres, entramos a hablar más en profundidad sobre ello. Hoy sólo hablo de ese cambio, de ese ayer y este hoy , en el que parte de ese bloqueo, se donde viene, de mi baja autoestima, de poner el foco en lo que piensan los demás, en vez de conocerme mas y saber que tengo muchas fortalezas, y que las debilidades las voy trabajando . Hoy he escrito para que las personas que me lean, se den cuenta que contar con la ayuda de la profesional, te abre muchas puertas, y te cierra aquellas que nos impiden avanzar.
«Varón agradecido de tener el espacio para superar mi problema.»
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