-Por Creer en ti… y en mí
«Al entrar a la sala de la casa, después de un agotador día de trabajo, me llamó mucho la atención escuchar: “Gooooooool” de la boca de mi hijo. Era otra noche de futbol en la tele y por no decir el nombre del club al cual sigue mi hijo para no quedar mal con la mitad de los lectores, sólo comento que en el rostro del chaval se reflejaba un mar de emociones.
Luego de la repetición del gol desde una perspectiva detrás de la portería, del lado izquierdo, del lado derecho, de arriba y desde la otra portería, le pregunté por el marcador y me dijo que fulano de tal iba destrozando al otro equipo. Preste atención querido lector: el jugador X le ganaba al equipo Y.
Yo entiendo muy bien que Messi es un gran jugador y no lo digo yo sino los que saben un millón de veces más que yo de futbol. Que Cristiano Ronaldo es igual de bueno y que como el anterior jugador rompen records todo el tiempo: mayor cantidad de goles en la Liga, mayor cantidad de goles en la semana, en el mes, en el año, en el lustro y así a la enésima potencia.
Sin embargo, lo que más llamaba mi atención, es que mi hijo piense que un individuo es capaz de ganar a un equipo de once jugadores entrenados, preparados, concientizados, seleccionados y bien pagados para hacer las cosas con precisión mecánica y no exagero porque así fue llamada una vez la Selección de Holanda en un Mundial pasado, recuerden aquello de la Naranja Mecánica y subrayo Mecánica.
Nuestra sociedad nos alimenta con historias (ciencia ficción, aventura, fantasía), en inglés conocidas como Comics, donde seres superdotados, bien parecidos, musculosos y alguno extraterrestre (como casualmente también les llaman a algunos jugadores de futbol) y donde la idea de equipo o comunidad de saberes o poderes, prácticamente no existe.
Esta sociedad individualista sigue haciendo creer a nuestras nuevas generaciones que el individuo lo puede todo y que sin él los demás son poco, o que no son suficientes o peor, que no son capaces de lograr victorias (aunque sean diez atletas).
Suena irreal y me arriesgo que me digan que hasta suena ridículo, pero creo que un día, si alguien pudiera determinar o decidir dar una verdadera lección a los niños, los jóvenes y muchos adultos, podría organizar un partido de fútbol de Messi contra otro equipo de once jugadores que hasta podrían ser de un equipo del vecindario y ver si él solo puede contra todos ellos. Si se prefiere, pueden hacer otro partido entre CR7 (Cristiano Ronaldo) contra once jugadores de otro equipo y ver quién gana.
Nuestra sociedad tiene ante sus ojos una realidad pero nos muestra otra, nos cuenta un cuento, una fábula, una historia de comics y dice que la estrella, el super-star, el crack se ha comido al equipo rival. Lo que ustedes y yo vemos es que grandes hombres necesitan de otros hombres que también ponen de su parte y que un equipo puede ganarle a otro equipo y que la comunidad puede ser la vencedora y que los intereses comunes deben primar frente a los intereses individuales.
Si a usted no le gusta el futbol, este ejemplo lo cambiamos a otro deporte, a la política, al jefe de la compañía, al líder del sindicato, a cualesquier grupo humano donde las victorias son resultado de fuerzas e intereses comunes.
En este relato quiero plasmar la importancia que tienen los medios de comunicación, que por ejemplo, a través de un partido de futbol, podrían manipular a los jóvenes y no tan jóvenes, para atraer el foco de atención a lo que se quiere dar más nombre (a lo redituable).
Cuando se transmite algo que llega a muchas personas, hay que tener cuidado con las frases que utilizamos. En la historia que usamos como ejemplo, debemos admitir que todos tenemos un ídolo, eso no se puede negar, pero cuando hablamos de un deporte, de una obra de teatro, de algo que se hace en equipo, hay que hablar del conjunto de personas que en ese momento representan lo que nos quieren transmitir; obviar los hechos nos alejan de la verdad y nuestro mensaje desvirtúa la realidad.
Las personas nos estamos volviendo individualistas y con un estímulo externo muy poderoso del que no nos damos cuenta pero que existe. Es desalentador que cuando se trabaja en equipo, sea uno solo el que se lleva los honores, por el simple hecho que tiene cierta genialidad que no hay que negar, pero es un hecho que por más genialidad que tenga, sus logros se deben al equipo que lo apoya, lo complementa, le abren puertas, apuntalan sus esfuerzos, etc. Sin equipo, no hay victoria de grupo.»
Deja un comentario