-Por Creer en ti… y en mí
“Ciertamente es una pena. Los accidentes pasan y muchas veces el resultado fatal nos entristece a todos. El lugar menos esperado y a la peor hora de todas.
Sin embargo, si yo fuera un árbol me daría mucho miedo estar al lado de un hermano árbol enfermo, lastimado o herido, o simplemente débil incapaz de soportar rachas de viento.
Miedo sí y mucho porque ya se ha hecho costumbre que cuando la fatalidad se asoma, algunos, dizque los responsables, encargados o expertos, disponen sierras y comienza una tala indiscriminada bajo el argumento de prevenir futuros accidentes, como cuando la borrica ya se ha escapado del corral y recién le ponemos traba al portón.
Como árbol, me espantaría ver a un hermano caído porque ante todo, al no crecer como dispone la naturaleza misma, no existen otros árboles próximos que amortigüen la caída, sabría que vienen por mí. En el mejor de los casos me quitarían ramas argumentando que están viejas, verían mis manchas y quizás las confundan con alguna enfermedad que justifique mi sacrificio y lo peor es mi tala.
En la vida sucede lo mismo. Ante un fracaso amoroso, todos los hombres o todas las mujeres se eliminan de la agenda, no vale la pena intentar de nuevo. La fatalidad destrozó nuestros sentimientos y hay que buscar culpables ajenos a nosotros mismos y como la tarea parece ardua, mejor eliminar a todos y no darles oportunidad (no nos damos oportunidad nosotros mismos).
Cada caso merece un análisis independiente. Somos individualidades interrelacionándose a cada momento y como a veces los circuitos no se cierran y no hay lucecitas encendidas, ni fuegos artificiales, ni mariposas en el estómago, lo mejor es probar de nuevo, en el momento menos esperado las cosas funcionan.
Nos merecemos la chance de equivocarnos y probar de nuevo.
Respetando la vida, cuidándonos, confortándonos, pidiendo ayuda, escuchando consejos, probando y saliendo a flote en las tormentas más oscuras puede que sea la fórmula para intentar comprender nuestro paso por esta vida”.
Hay dos caminos en los que puedes controlar tu vida. Puedes tener un foco externo de control dejando las cosas al azar o puedes tener un foco interno permitiéndote definir tu propio comportamiento. Escribe tu propio destino, construye el camino por el que viajas y se tu propio juez.”
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