-Por Creer en ti… y en mí
«Mientras esperaba en la fila del supermercado, alcancé a oír en el sistema de música ambiental que allí tienen, una canción muy conocida por las personas de mi generación y que todavía hoy suena y agrada a gente de menor edad que la mía. La canción en cuestión se llama originalmente en inglés «Love is in the air», que en nuestro idioma se traduce muy fácilmente como «El amor está en el aire«.
Lo que hoy quiero compartir con ustedes es precisamente lo que percibimos que está en el aire, o mejor dicho, en el ambiente. A todos nos sucede que a veces al entrar a un lugar, sea oficina, consulta, sala de espera o a nuestra propia casa, sentimos que hay algo en el ambiente. Seamos más específicos: ¿acaso no hemos percibido que en algún lugar, al entrar se siente la tensión, el amor, la tristeza o hasta alguna travesura de los peques o del perro o del gato? Pues sí. Algo nos advierte que hay algo que apenas ha sucedido.
Un problema en la oficina se presenta con caras serias o tensas, mucho silencio y quizás hasta llanto. En la casa los peques en el dormitorio, sin tele ni juegos de video, hasta sentados haciendo los deberes nos previene de algo que aún no sabemos; si fue el perro, él no se acerca a la puerta a recibirnos, camina muy lentamente como no queriendo hacer ruido y apenas mueve la cola al vernos; el gato es diferente, más allá de lo que pudo haber hecho sigue tranquilo en su cojín, en el sofá o pidiendo comida. Sin embargo, en todas las situaciones anteriores, nosotros sospechamos y nos hacemos preguntas y buscamos pistas y al final averiguamos y los que pueden responder nos cuentan lo que aconteció; el gato, él nos pide comida sin importar lo que hizo.
Ahora bien, con todo lo anterior, ¿qué nos toca a nosotros? Muy sencillo. Si ya fuimos advertidos por ese algo, entonces lo siguiente es comportarnos según lo que convenga. Sin pensar en despersonalizarnos, en fingir o en aparentar, la idea que os propongo es servirnos de esas pistas para hacer un ajuste en nuestro comportamiento y adecuarlo al momento que se viva.
El tema ya fue estudiado y ese algo se atribuye al sexto sentido que ya casi se ha perdido o a los genes que nos protegen de ese imprevisto peligroso que en tiempos primitivos rondaba siempre a los hombres de las cavernas quienes vivían en ambientes agresivos, peligrosos o muy inciertos.
Puede que lo anterior no suene muy científico pero en lo que a mí respecta, acepto guiarme muchas veces por ese algo que me previene de una situación y quedo más a gusto si llego a la oficina donde acaban de anunciar despidos masivos pero advirtiendo que algo malo pasa, no saludo contando mi mejor chiste; o si llego a casa con regalos para los niños pero antes de dárselos me contengo porque hay algo raro y luego me entero que es que quebraron con un balón el florero de la tatarabuela mientras jugaban futbol en la sala o finalmente, si al ver al perro no lo acaricio efusivamente como acostumbro porque algo me advierte que no lo haga ya que justo antes de llegar, el can despedazó los cojines de la sala y dejó todo sumergido en plumas mientras el gato se me acerca a pedir su comida con una pluma decorando su nariz.»
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