– Por Creer en ti… y en mí
«Estaba sentada mirando todo lo que tenía sobre la mesa. Sus ojos reflejaban la melancolía y en sus labios se notaba un ligero temblor. Sabía que por ahora debía dejar todo eso y comenzar con otros objetos y herramientas.
Desde pequeña se había imaginado otro mundo, un mundo personal donde a partir de cualquier tipo de superficie, grandes obras se erguían gracias a su imaginación. Sea en la ciudad o en el campo, frente al mar o sobre una montaña, en suelos difíciles o en otros más adecuados, su mente trazaba las líneas imaginarias que luego serían sólidas construcciones.
De niña juntando cajas, acomodando frascos o amontonando las sillas del comedor, hacía casas y castillos. Más tarde, en la escuela y con un lápiz en la mano, ya hacía trazos que poco a poco daban vida a edificios o a plazas.
Nadie dudó que de mayor sería una arquitecta y ella al principio sin saber lo que eso representaba, sabía que por allí era por donde debía transitar para construir, para diseñar, para hacer realidad todo lo que comenzaba simplemente con una idea.
En la universidad se esforzó y no le importó robar horas al sueño, días de reposo, de fiesta o de apenas hacer nada junto con amigos o familiares. Tenía un objetivo claro, no solamente debía confirmar que esa era su vocación sino demostrarlo ante sus maestros porque luego sería la sociedad quien viera que eso era cierto: era buena en lo que hacía.
Sin embargo, de la alegría del título y de sus primeros trabajos, le tocó como a muchos otros vivir la gran crisis y dejar de oír vibrar el móvil que antes le anunciaba un posible cliente, un probable proyecto, un factible trabajo. Lo que había, se debía apenas conservar, reparar, reacomodar y por los siguientes años, nada distinto se podía proyectar y diseñar para construir. La crisis le dijo que debía parar.
No era guerrera de una batalla y tuvo que vestir su armadura de combate para procurar algo donde su talento siguiera de manifiesto, donde fuera capaz de ajustar todo su conocimiento a las posibilidades físicas y presupuestarias de quien procuraba sus servicios. Le cerraron puertas, le desconectaron las llamadas, no respondieron o a veces respondieron negativamente sus correos y por todo lugar por donde transitó escuchó “no, por ahora no”.
Hoy tiene delante maquetas, papel, reglas, un ordenador grande lleno de fotos, libros, proyectos acabados, algunos inconclusos y otros muchos pensados. Por ahora eso no le va a servir. Tiene que redescubrir algo más que hay dentro de ella que le permita sobrevivir, sostener en parte la forma de vida que tuvo hasta ahora y por ello, responder a las obligaciones contraídas.
Por una tonta razón pensó que haría lo que siempre quiso hacer por toda la vida. Su sueño era su pasión pero ahora el sueño se desdibujó y su pasión se ha debilitado y hasta le parece una locura como esas que dicen que vienen y luego se van.
Cree que poco puede hacer. Confió en sus habilidades que la llevaron a profesionalizarse pero en un campo específico y hoy igual que amigos, vecinos o conocidos, se ve en la necesidad de hacer algo más que le genere ingresos y solamente esperar hasta que todo cambie y que la vida le de una nueva oportunidad para volver a trazar líneas en su mente y visualizar grandes o pequeñas obras resultado del talento que recibió al nacer.
Manos a la obra. La vida le pide luego de haberle dado. La vida le muestra su cara seria y ella sabe que no es broma, que la vida es así, risueña un día y al día siguiente es una gran…
Ella no es guerrera de una batalla y va a dar pelea. Un solo temor la acecha: tener que hacer algo que no le guste.
Va a luchar. No se va a quedar sentada en un sillón. No cruzará los brazos. No se derrumbará. No dejará que el llanto se apodere de su rostro. Va a dar pelea porque la vida es así, subir y bajar y luego volver a subir y si alguna vez cree que ha bajado tanto que la haga pensar que ya no se puede bajar más, al menos debe estar segura que volver a subir es un camino conocido.
Ya es muy tarde. Cubre sus herramientas de arquitecta con un blanco mantel y apaga su sueño. Al entrar a su habitación para acostarse, no se ha dado cuenta, pero la noche se está volviendo día y por entre las montañas, se nota apenas que la luz del sol va a mostrarse pronto.»
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