– Por Creer en ti… y en mí
“Mónica llevaba varios años trabajando sin parar. No se trataba únicamente de un puesto de trabajo a jornada completa, porque en realidad ni siquiera lo tenía. La situación laboral tan precaria que llevaban años viviendo la había condenado, como a muchas otras personas, a conseguir únicamente contratos a media jornada.
“Tal vez cuando eres joven y vives en casa de tus padres, pueden salir adelante con un sueldo así, pero yo tengo muchas cosas que pagar”, le decía a una de sus compañeras. Por circunstancias de la vida a su favor, había logrado comprar una casa muy barata y había invertido la mayor parte de sus ahorros en reformarla. Se decía que quizás estaba loca, pero le parecía que debía hacerlo y no le dio muchas vueltas.
La jugada le había salido bien, y además de tener ya un hogar completamente pagado, tenía la disponibilidad, o quizás la predisposición para aceptar otro trabajo que le permitiese aumentar los ingresos. Su objetivo no era presumir de un alto poder adquisitivo, sino recuperar lo que había invertido para poder disfrutar de cierta tranquilidad en su mente. Al fin y al cabo, todos vivimos en la misma sociedad y la inestabilidad nos afecta emocionalmente.
Con el paso de los meses, e incluso años, su segundo trabajo, que realizaba por su propia cuenta, le reportaba más ingresos que los que obtenía como asalariada. Así que empezó a plantearse la posibilidad de dedicarse plenamente a él.
“Me gustaría poder tomar yo misma todas las decisiones que afectan a mi vida, como las vacaciones”. Había hecho planes con una amiga y se habían visto truncados cuando la empresa para la que trabajaba no le había dado la semana que había solicitado. “Es increíble que no haya elegido ninguna de las cuatro semanas que tengo al año para descansar”.
Así, el resentimiento fue aumentando hasta que un día por fin tomó la decisión. Para no apresurarse en exceso, se marcó una fecha límite. “Si todo va bien en los próximos meses, durante el último trimestre del año me voy de aquí”, le decía a sus compañeras. Y así fue como las críticas y los comentarios comenzaron a sucederse. Demasiado irresponsable, incertidumbre, precipitación, inestabilidad laboral, posible crisis, empresa multinacional, oportunidades… Una marea de opiniones circulaban a su alrededor pero no terminaban de convencerla; ni en una dirección ni en otro.
Una tarde, quedó para almorzar con una amiga. Era la primera vez en mucho tiempo que se regalaba algo. Se había acostumbrado tanto a sus rutinas de trabajo que ya no sabía salir de ellas. Esta le dijo: “Nadie que haga más que tú te va a criticar, lo hacen porque también les gustaría irse, pero no hacen nada que se los permita”. Y así Mónica dio el paso y dejó aquel trabajo que tanto limitaba su vida.
La moraleja de esta historia no es si tomó la decisión correcta o no y todo pasó tal cual lo esperaba. La clave reside en ser capaces de concebir algo diferente en nuestra vida. Soñar, transformar ese sueño en una idea tangible, marcarnos un objetivo, una fecha límite e ir a por ello. Si queremos que nuestra vida cambie para mejor, algo habrá que cambiar. Lo que permanece inmóvil y sin estímulos termina marchitándose.”
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