– Por Creer en ti… y en mí
«Tengo la impresión de que se han abierto las compuertas de los opinólogos. Pues si están abiertas, yo también salgo y quizá no por decisión propia, sino por el flujo impetuoso de la corriente.
Si admitimos que la premisa es: “Esto nunca antes había pasado” (lo cual es cierto al 100% puesto que la fiebre española tuvo otro contexto hace más de un siglo), cómo se puede concluir: “El período post Covid-19 será…”. Evidentemente el silogismo necesita otra premisa y lo particular del caso es que no hay una sino cientos que tienen que ver a nivel macro con los sectores de la Economía y de todos los subsectores dentro de cada sector. Sin duda, lo mismo que todas las voces que se han hecho escuchar, unas más que otras, cada una de ellas debe tener una bola mágica que permite ver el futuro. Están las terroríficas, las optimistas, las frías y las tibias, y muchas más.
En mi opinión hay solamente dos temas de importancia que deben quedarse en la generalidad, en el enunciado, en su propia universalidad considerando los múltiples escenarios en los que se desarrollan y se desarrollarán: Salud y Crisis Económica (como nunca antes, sin duda usar las mayúsculas).
Sólo por mencionar apenas algo en cuanto a Salud: atención, tratamiento, protección, recursos, conocimiento, lucha y contención de la pandemia tienen múltiples escenarios.
En cuanto a Crisis Económica: desempleo, materias primas, comercio internacional, trasporte internacional, pobreza también tienen múltiples escenarios.
Esos múltiples escenarios tienen que ver con continentes, naciones, economía importadora o exportadora, materias primas, reservas económicas y hasta la forma de ser y pensar de las comunidades humanas.
Entonces, ante realidades diferentes, las experiencias serán diferentes. De seguro mis amigos economistas ya estarán pensando en argumentos para generalizar y resumir todo este planteamiento universal; seguramente en un mundo globalizado no hay escape frente a uniformidades, modelos comunes, fórmulas matemáticas, que son invariables, seguramente. Sin embargo, es innegable que quienes tienen el honor de ser los pronosticadores de la realidad presente y sobre todo futura son los economistas.
Ante este panorama y siendo plenamente conscientes de que mucho de lo pronosticado puede pasar, pocos se concentran en otra posibilidad, dentro de ese mar de posibilidades y la minimizan, la ningunean, la hacen distante y oscura (sin motivo salvo haya una intención perversa) y esa posibilidad es: la vacuna. Todos estos escenarios predichos serán el peor chiste contado a la humanidad cuando haya una vacuna; nuevas predicciones, página uno, nuevos modelos, las mismas u otras voces nos contarán otra película, con el mismo inicio pero con otro final (como la obra teatral de Paul Portner).
Sin pretender ser una maestra de la filosofía oriental, creo que lo mejor es vivir el momento, sea cual fuere, ser un ser vivo, vivir, tener vida ya es tener un don. Personalmente no soy capaz siquiera de predecir mi día de mañana, tengo una idea de cómo puede ser pero asegurarlo con la seguridad de quienes veo en la pantalla del celular o del ordenador, delante de enormes bibliotecas o estantes repletos de libros, pues no, me mentiría a mí misma.
Ahora bien, si a nadie le importa lo que escribo y pienso, me gustaría al menos que piensen en la siguiente pregunta: ¿Qué es el miedo?
Les ayudo un poco. El miedo se ha definido, sin presunción ni profundo estudio, como sensación o sentimiento de peligro ante un mal cierto o imaginario. Si el mal cierto es un virus, pero un virus específico que se llama Covid-19, ¿por qué no se le tiene miedo a otros virus igual de agresivos y mortales? Además, si el miedo es ante una situación imaginaria, mi vecino me contagia, me traigo el virus de las tiendas, tropiezo en la calle justo con una persona contagiada, realmente no interesa la situación, sigue siendo imaginaria y ahí el miedo es injustificado.
Entonces, en el caso personal, individual, de cada uno de nosotros, el medio ante ese peligro real o imaginario hace que para curar, al miedo, tengamos una medicina capaz de controlarlo porque el miedo es parte de la esencia del ser humano, es como la sangre que circula en el cuerpo, no se puede pretender eliminarlo, lo que conviene es controlarlo, conocerlo y reconocerlo y ante todo conducirlo y eso no lo hacen todos, no lo hacemos solos, algo podemos hacer cuando tenemos la disciplina de desconectar con todo lo que nos recuerda ese peligro; sin embargo, la ayuda psicológica sabe tratar esos miedos, esos estados de sensaciones, emociones o sentimientos, para eso y por eso surge esta nueva ciencia.
¿Cuál es el momento oportuno para acudir a una consulta, para querer controlarnos, mejorar, vivir de otra forma? Cualquier momento es bueno pero por principio científico y ancestral, de siempre, de lo que decían los abuelos y los abuelos de los abuelos, “cuanto antes mejor”, una avalancha comienza de la caída de un guijarro, una tempestad es la suma de muchas nubes.
Lo mismo que dijimos de los múltiples escenarios, lo aplicamos a los universos o microuniversos que somos todos, por lo tanto, lo que vivimos, pensamos y experimentamos en estos tiempos, no es igual por frecuencia e intensidad en cada persona. Quien no la está pasando muy bien podría buscar compartir lo que siente con un psicólogo o psicóloga que seguramente no adivinará ni predecirá su futuro sino que junto a usted se irán dando cuenta de los cambios poco a poco, paso a paso, día a día como nos ha tocado vivir especialmente en estos tiempos.»
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