– Por Creer en ti… y en mí
«Un día la abuela Ildefonsa le pidió a Marcelino que comprara los ingredientes para hacer pan.
La abuela le dio a Marcelino un billete y le pidió que le comprara la harina, el aceite, la leche y la sal.
Marcelino cogió el dinero y salió a comprar. Entonces Marcelino pensó que primero compraría la leche, luego el aceite, la harina y la sal. Volvió a casa y en la noche sobre la mesa hubo delicioso pan fresco.
La semana siguiente doña Ildefonsa le hizo el mismo pedido a Marcelino. Marcelino cogió el billete que le alcanzó su abuela, se lanzó a la calle pero esta vez compró primero el aceite, luego la sal, la harina y la leche. Aquella noche, a la hora de la cena, en la mesa hubo fresco pan recién horneado.
Una semana más y la abuela iba a decirle a Marcelino los ingredientes que debía comprar para hacer pan pero esta vez el muchacho no quiso oír argumentando que él ya sabía lo que debía hacer. Entonces Marcelino cogió el billete y se fue al mercado. En el mercado Marcelino compró la sal, la leche y el aceite y regresó contento pensando que en la noche se comería dos bollos de pan fresco. Esa noche en la cena no hubo pan, Marcelino no había comprado la harina.
Esa misma noche, al terminar de cenar pero sin pan, la abuela miró a los ojos de Marcelino y le dijo: «En la vida tú siempre podrás decidir las cosas que quieres hacer y cómo las quieres hacer, pero las instrucciones y los consejos los debes al menos oír antes que nada.»
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