-Por Creer en ti… y en mí
“El otro día en la cocina, mientras preparaba la cena, un aroma allí presente me hizo recordar a mi abuela. Pero para ser sincera, creo que no recordé tanto a mi abuela sino a un plato que ella hacía. Por supuesto, todos o muchos, tenemos una abuelita que cocinaba como nadie.
Lo que creo interesante de este recuerdo no es precisamente ese plato sino la receta que la abuela guardaba en secreto. Ni siquiera mi abuelo conocía la receta de mi abuela y eso que estuvieron juntos más de cincuenta años.
Recuerdo que cuando mi abuela estaba viva, yo insistí siempre con que me diera su receta secreta. Mi mejor argumento fue que al pasar su receta a nosotros, así podríamos mantener ese plato dentro de la tradición familiar, pero a la señora parecía no importarle las tradiciones. Su respuesta siempre fue negativa. Había algo que según yo, ella no quería compartir con nadie.
Tengo una hermana y un hermano y a ambos les gusta la cocina. A ella le gana un poco más la obligación porque cocina para su familia y mi hermano tiene el gusto por cocinar de vez en cuando para su propia familia, sus amigos, los vecinos o para él mismo. Ambos no tienen, igual que yo, el secreto del plato de la abuela.
Sin embargo, nada nos detuvo para, según nuestras teorías, nuestra curiosidad y bien pueden llamarse, nuestras averiguaciones, intentar repetir el platillo de la abuela. Mi versión en un poco más elaborada que la de mis hermanos y las de ellos tienen su propia personalidad. Al final, nos gusta lo que hacemos pero nos falta el punto de sabor para repetir lo que hacía la abuela.
Con todos los años que llevo encima, hoy la experiencia creo que me ha enseñado algo: la abuela tenía segundas intenciones. Ella nos obligó a usar la imaginación, nos motivó a investigar, a probar, a intentar, a buscar y a no rendirnos y si bien el producto final de nuestras elaboraciones no nos satisfacen plenamente, a todos los que nos rodean, les fascina porque nadie se queja de mi versión del plato de la abuela y las versiones de mis hermanos son hasta aplaudidas.
Si alguien me dice ahora mismo que todo está bien menos la tradición familiar del plato de la abuela que no se ha mantenido, le puedo responder que si bien no es tal cual puedo yo recordar, la tradición sí se mantiene en sus adaptaciones personales y sé se seguirán con mis hijos y los hijos de mis hermanos en sus también propias versiones.
La abuela se llevó el secreto de su mejor plato pero nos dejó la sabiduría y las lecciones de vida que hoy se han hecho parte de nuestra tradición familiar y de nuestra forma de vivir cada una de nuestras vidas, inspiradas por una simple receta de cocina.”
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